martes, 11 de noviembre de 2008

¿Cómo podemos volver al poder?

11 de noviembre de 2008

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Tony Raful

Están equivocados quienes piensan que el deterioro de las condiciones de vida, el empeoramiento de la crisis económica y social, son factores determinantes en términos absolutos para producir un cambio político. Las llamadas “condiciones objetivas” no producen por sí mismas el desplazamiento del Poder de las fuerzas que lo representan en una coyuntura dada. Tienen que darse las “condiciones subjetivas”, el estado de conciencia que posibilita el proceso de la transformación y el cambio político.

Las condiciones subjetivas deben concurrir con las condiciones objetivas en una simultaneidad histórica. En mayo de 1978 cuando el PRD derrotó la reelección del Presidente Joaquín Balaguer, coincidieron ambos elementos sin importar el despilfarro de los recursos del Estado y sin importar la presencia atemorizante de las Fuerzas Armadas y la Policía en todo el país haciendo campaña por esa reelección.

En una competencia desigual desde el punto de vista de los candidatos presidenciales principales incluso desde el punto de vista de la capacidad, formación e intelecto del doctor Balaguer y como contraste la humildad, la presencia mansa pero digna del hacendado Antonio Guzmán, impugnado por una supuesta falta de aptitud para dirigir el Estado, y bajo el asedio de una parte importante del país corrompida por las dádivas, se produjo el milagro del cambio. Recuerdo que el PRD no tuvo campaña de promoción electoral, no tuvo asesores internacionales, no tuvo creadores de imagen, participando en esos comicios, desamparado y sin el recurso de las encuestas como método científico para las mediciones electorales.

Un destacado publicista dominicano hizo una cita conmigo en aquellos agitados días de lucha por la victoria comicial para hacerle una oferta al PRD y a Don Antonio Guzmán que implicaba un trabajo publicitario de importancia, agregando dicho publicista que si no aceptábamos la oferta era muy difícil romper la percepción todopoderosa del triunfo del doctor Balaguer. Cuando le comuniqué a Don Antonio Guzmán la propuesta me dijo que era muy buena, pero que no teníamos un centavo, que lo que se estaba consiguiendo se iba en el trabajo electoral.

Hablé con el doctor José Francisco Peña Gómez y le planteé la propuesta del publicista y me dijo más o menos lo mismo, pero agregó que tanto el Lic. Hatuey Decamps como quien escribe debíamos ponernos en contacto de inmediato con los compañeros independentistas puertorriqueños del Partido de Rubén Berríos, muy amigo de Peña Gómez para el envío urgente a Santo Domingo de un equipo de publicidad y de afamados publicistas políticos, para que hiciera rápidamente el trabajo y suplir esa deficiencia.

El licenciado Hatuey Decamps se puso al frente de ese contacto y efectivamente en la primera semana de abril de 1978, con “la soga al cuello” el PRD y la candidatura de Guzmán, sin dar un centavo, recibió ayuda parcial en ese combate nacional por las libertades y las garantías democráticas. Debo señalar que Hatuey Decamps dirigió la campaña de promoción, creó como consigna mágica la necesidad del “cambio” y fue factor importante en justa electoral solamente detrás de Peña Gómez como vocero de ese cambio que encarnaba y representaba Don Antonio Guzmán.

Yo estuve ahí poniendo mi granito de arena para que se produjera ese cambio. Todo esto para ilustrar la idea de que cuando las condiciones objetivas y subjetivas están dadas, no importa que se carezca hasta de publicidad, de recursos, de currículo, no importa que el Gobierno abuse y corrompa, que mal use el presupuesto nacional, que haga transferencias indebidas, de todas maneras se viene abajo, se produce la ruptura política esencial.

En el año 2004 se dieron las condiciones objetivas y subjetivas para producir el cambio, creo sinceramente que el Presidente Leonel Fernández pudo haberse quedado sentado en su hogar y de todas maneras iba a resultar electo en dichos comicios.

Solamente cuando se produce la sumatoria de ambas condiciones, podemos acceder al poder político. Para que se produzcan ambas condiciones, tanto la subjetiva como la objetiva, el PRD tiene que asegurar su unidad interna, nada ni nadie puede estar por encima de esa unidad granítica, cualquier fraccionamiento por pequeño que sea decreta la derrota. El PRD tiene que comprender que hay que crear un estado emocional, forjar una fuerza social que transmita pasión, que el discurso de campaña sea el producto no solamente de convicciones y propuestas sino sobre todo de la recuperación de la presencia telúrica de la nación, que la esperanza abandone su percepción literal y se convierta en una opción aguerrida capaz de generar entusiasmo.

Los electores son máquinas humanas emocionales, la política es un oficio emocional, sin el componente emocional ni Bosch, Balaguer o Peña Gómez hubiesen sido líderes. Por deteriorada que esté la imagen histórica del PRD, ésta constituye su único activo coherente capaz de galvanizar la victoria.

El Presidente electo de los Estados Unidos, Barack Obama, puede lucir sosegado pero representó una carga emocional de millones jóvenes, hispanos y negros que logró lo imposible, sin la fuerza emocional desbordada de un nuevo redentor no hubiese sido posible el cambio, como bien lo ha precisado el maestro Leonte Brea en sus enjundiosos análisis sobre la naturaleza y el ejercicio del poder.

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