POR JUAN TAVERAS HERNANDEZ
En tan solo un mes, el pueblo despertó de esta pesadilla morada. Y ha decidido sacar del poder al presidente Fernández y su grupo. Las cosas han cambiado radicalmente. Ahora el gobierno está a la defensiva; ahora son los dirigentes del PLD los que están asustados; ahora es el León el que está más asustado que un Chivo en el patio del Parador Cruce de Ocoa. Ahora si podemos decir “de que se van, se van…”.
No importa cuántos dirigentes, militantes y simpatizantes de la oposición hayan comprado; no importa que el gobierno haya gastado en subsidio entre 60 y 70 mil millones de pesos; no importa que en propaganda y publicidad se inviertan 600 millones de pesos; no importa el poder mediático de la prensa, de la religión; ni siquiera importa el poder de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional que pronto serán utilizados para reprimir e impedir que las votaciones se desarrollen con normalidad; ni siquiera importa que grupos paramilitares intervengan el día de las elecciones, como de nada servirá la compra de cédulas, ni los intentos por volver a poner en práctica “La Cadena” que tan buenos resultados les dio en el 2004. Ya no hay vuelta floja, no importa lo que hagan, se van.
Con nominilla o sin nominilla, con tarjeta o sin tarjeta, con subsidios o sin subsidios, ya el pueblo decidió sacar del Palacio Nacional a Fernández y sus funcionarios.
Durante más de tres años el pueblo estuvo drogado de propaganda y publicidad con mentiras y falsas promesas; más la realidad contrastaba con los discursos y las palabras rebuscadas del Presidente.
El progreso sólo llegó a los bolsillos de los funcionarios que obtienen todos los meses hasta dos millones 500 mil pesos de salario, 30 millones de pesos al año, 120 millones de pesos en cuatro años, sin contar con los vehículos de lujo, el pago de colegios, universidades, becas, militares para su seguridad, entre otros privilegios, en tanto la pobreza creció junto al desempleo y los bajos salarios.
Mientras los funcionarios tienen salarios de lujo, los médicos y maestros apenas sobreviven con lo que ganan. Y cuando reclaman mejores condiciones de vida y de trabajo la respuesta es la arrogancia, la desconsideración y la represión policial.
Mientras le sacó al pueblo de los bolsillos más de 400 mil millones de pesos en impuestos, la corrupción se aposentó en casi todas las oficinas públicas, lo que permitió que los principales funcionarios aumentaran escandalosamente sus fortunas sin que hayan sido sometidos a la acción de la justicia. Al contrario, han sido protegidos por el partido, por el gobierno y por la justicia que controlan.
Mientras ellos “van pa lante”, el pueblo “va pa trá”; mientras ellos progresan, el pueblo se empobrece. La crisis económica del país, de la que tanto hablan el presidente y sus funcionarios, a ellos no los afectó. Al contrario, la crisis se convirtió en su negocio, y los hizo más ricos y poderosos. La crisis económica empobreció al pueblo, pero los enriqueció a ellos. ¡Y vaya que los enriqueció!
Ahora pretenden mantenerse en el poder para mantener y aumentar sus privilegios, para garantizar su impunidad. Pero el pueblo ha dicho no. Y cuando un pueblo toma una decisión política nadie puede hacerlo volver atrás. Los 300 mil millones de pesos del Presupuesto Nacional no podrán comprar la conciencia del pueblo; no los 400 mil millones recaudados en impuestos en estos casi cuatro años de pesadilla morada; ni los 130 millones de dólares de la Sun Land.
Los partidos de oposición saben –o deben saber- que están enfrentando a un hombre ambicioso, que no se detiene ante nada ni ante nadie, que hará todo para mantenerse más allá de lo que aconseja la prudencia.
Voto a voto, el PRD no pierde del PLD. Si las elecciones transcurren en calma; si la gente acude a las urnas sin presión y sin el terror oficial, el triunfo del PRD es seguro, incluso podría ser en primera vuelta.
Si los votos se cuentan uno a uno, si las sumas son exactas, el PRD termina en primer lugar.
Si no hay robo de urnas, si no secuestran a funcionarios de las juntas electorales de las provincias y los municipios como ocurrió en las elecciones congresuales y municipales del 2006, el PRD es seguro el victorioso.
Si las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional no intervienen como lo hicieran hace menos de dos años, si los grupos civiles armados por funcionarios y si la policía del secretario de Interior y Policía no actúan, el seguro ganador será el PRD.
Si los jueces de la Junta Central Electoral y funcionarios de las juntas municipales se colocan por encima de las presiones y chantajes, de los intereses grupales o gubernamentales, se habrán casado con la gloria.