POR JUAN TAVERAS HERNANDEZ
El presidente Leonel Fernández sometió al Congreso el proyecto de reforma a la Constitución, tras asegurarse que tiene los votos necesarios para lograr sus propósitos.
Una mayoría mecánica de legisladores del partido oficial, donde nadie puede discernir, está dispuesta a sancionar positivamente la reforma constitucional aun si haber leído el proyecto, como lo hizo este año con el Presupuesto y Ley de Gastos Públicos que fue aprobado de un día para otro. Como dijo el presidente del Senado y secretario general del PLD, la reforma será aprobada “friendo y comiendo”.
Opóngase quien se oponga, el PLD logrará imponer su fuerza en el Congreso. Ya los amarres están hechos. El PRD no tiene capacidad para impedirlo. Primero, no tiene legisladores suficientes para variar la correlación de fuerzas; segundo, sus senadores y diputados están divididos, como dividido está el partido; y tercero, el PRD no está en capacidad de producir una línea de masas que frene las pretensiones del presidente Fernández, quien tiene recursos para cambiar y comprar voluntades como lo hizo durante las elecciones pasadas que compró por más de 20 mil millones de pesos. Y nada pasó. ¿Quién puede impedirle que haga de las suyas con la Reforma Constitucional? Además de los cuartos, tiene los poderes fácticos y mediáticos. Y como si fuera poco, el único partido de oposición virtual, el PRD, se debate en una lucha interna desproporcionada y loca que le impide hacer lo que tiene que hacer.
Oponerse a la Reforma Constitucional es poco inteligente. Insistir en la Constituyente, no tiene sentido.
Es verdad que Fernández propuso muchas veces reformar la Constitución mediante Constituyente, como también decía ser partidario del sistema de Estados Unidos, dos períodos, pero cuando era opositor. Ahora que los tiene, ¿para qué correr riesgos? Fernández nos tiene acostumbrados a decir una cosa y hacer otra. Su práctica política está determinada por las circunstancias. La ética política terminó en la basura.
Un debate sobre la manera de reformar la Constitución es magnifica manera de perder el tiempo. El Presidente ya presentó al proyecto ante el Congreso que lo aprobará en cualquier momento por encima de la cabeza de quien sea. Ir a la guerra sin entrenamiento y sin armas, es ir a la derrota.
El PRD no puede continuar con fuegos artificiales y cohetes chinos.
Las cortinas o señales de humo solo benefician al enemigo cuando es más poderoso.
¿Qué puede hacer el PRD? Sumarse a la reforma constitucional. Así de simple. Pude leer detenidamente el Proyecto de Reforma. No es malo. Tiene sus puntos luminosos y otros un tanto oscuros, que bien pueden ser discutidos y analizados.
El PRD debió presentar ante la opinión pública y el país su propio proyecto de reforma, que también es bueno. Debió iniciar un amplio debate con todas las fuerzas vivas para crear una corriente de opinión favorable a sus ideas. No lo hizo, perdió tiempo. La propuesta de Fernández, donde participó un vicepresidente del PRD, tiene coincidencias con el proyecto del PRD. El PRD, con sus legisladores y técnicos, que son muchos y muy buenos profesionalmente, no debe dejarle la cancha al PLD. Lo inteligente es integrarse.
Por otro lado, el PRD tuvo una oportunidad de oro cuando tenía mayoría absoluta en el Congreso. Y no hizo las reformas que debió hacer. Al contrario, produjo una reforma de la cual se arrepiente hasta el propio ex presidente Hipólito Mejía.
Tengo la sensación que algunos de los que se oponen la Reforma Constitucional dentro del PRD –hablemos claro-, lo hacen porque abre la puerta al ex presidente Hipólito Mejía para presentarse como candidato con innegables posibilidades de éxito.
En efecto, el artículo 49 convertido en artículo 104 en el proyecto, dice: “El Presidente de la República será elegido cada cuatro años por voto directo. Podrá optar por un segundo período constitucional consecutivo, así como luego del intervalo de un mandato presidencial diferente”.
Soy partidario de que el PRD no se margine de las discusiones. Tampoco debe sumergirse en debates que no terminan. Tiene otras tareas. Tiene, por ejemplo, que resolver su crisis interna y colocarse en condiciones de poder hacer oposición dura y firme, como demandan las circunstancias. Él tiene una magnifica oportunidad de retomar el camino hacía el poder. Pero antes tiene que cambiar el rumbo.