El general de la Fuerza Aérea Dominicana, Víctor Darío Guerra Camilo está entre las “lacras” que fueron sacadas da las Fuerzas Armadas por el presidente de la República.
Nadie puede decir que su retiro se produjo por “antigüedad en el servicio” porque hace apenas un mes cumplió 45 años de edad.
Su currículo prueba que es uno de los militares de mayor y mejor preparación, por encima de muchos de los que tienen las mejores posiciones y rangos. Hizo dos veces el diplomado de Comando y Estado Mayor, incluyendo uno en Venezuela. Tiene otros estudios militares en nuestro país y en Panamá. Se graduó de ingeniero y es catedrático de la Universidad Tecnológica de Santiago. Fue condecorado tanto en su país como en Venezuela, honor al mérito académico, por el presidente Hugo Chávez. El currículo de este joven militar, hoy en retiro por “lacra”, es sencillamente impresionante.
Al general Guerra Camilo no lo conozco personalmente, pero he buscado referencias de sus compañeros de armas y todos coinciden en que se trata de hombre correcto.
Lo escuché uno de estos días en El Gobierno de la Mañana de la Z-101 hablando de su integridad y honorabilidad. Y más que eso, escribió una carta donde deja claro que no pertenece al grupo de “lacras”.
Entre otras cosas, la misiva dice: “En mi caso particular, no ostento grandes riquezas, no tengo ningún vínculo con el narcotráfico, no protejo ni organizo ninguna actividad de contrabando, no organizo viajes ilegales, no trafico con armas ilegales, no he dilapidado dinero del Estado, no he sobrevaluado obras del Estado para crear riquezas, no participo en orgías, no protejo bandas de delincuentes, no le vendo mercancías sobrevaluadas y de mala calidad a las Fuerzas Armadas, ni al Estado; no he utilizado las posiciones militares que he ocupado para agenciar recursos en su nombre y luego utilizarlo en mi propio beneficio; y en mis propiedades no existe nada que pertenezca al Estado ni a las Fuerzas Armadas”.
¿Qué habrá querido decir el general Víctor Darío Guerra Camilo? O mejor aún, qué es lo que dice el general.
¿Quiénes son los militares que tienen “vínculos con el narcotráfico”? ¿Los que “ostentan riquezas”? ¿Los que participan en el “contrabando”? ¿Los que “organizan viajes ilegales”? ¿Los que “trafican con armas”? ¿Los que “sobrevalúan obras”? ¿Los que participan “en orgías”? ¿Los protegen “bandas de delincuentes”? ¿Los que venden a las Fuerzas Armadas “mercancías sobrevaluadas y de mala calidad”? ¿Los que utilizan sus posiciones “para agenciarse recursos”? Sería bueno que alguien nos diga lo que sabemos, pero con nombres y apellidos para que nos salvemos o nos jodamos todos.
Lo que afirma el general Guerra Camilo se parece a lo que dijo el general Lajara Solá cuando tomó posesión como Jefe de Estado Mayor de la Marina: “Aquí se acabó la corrupción: A partir de ahora se terminó el relajo”. ¿Significa que había corrupción? ¿De qué tipo? ¿En qué consistía?
Lo que responsablemente dice el general en su carta es un secreto a voces. Igualmente, lo que dijo Lajara Solá lo sabíamos todos.
Guerra Camilo pide, con razón y deseo de justicia, que el secretario de las Fuerzas Armadas explique las razones de su puesta en retiro para limpiar su nombre y su carrera. Sobre todo porque ambos pertenecen a la misma promoción al igual que el director del Departamento Nacional de Investigación (DNI), entre otros.
Todo parece indicar que la cancelación del general Guerra Camilo forma parte de un nuevo proceso de retaliación o el surgimiento nuevamente del grupísmo dentro de las Fuerzas Armadas.
Guerra Camilo fue jefe de la escolta de doña Milagros Ortiz Bosch cuando ocupaba la Vicepresidencia de la República, algo que no buscó, ni pidió. El militar va donde lo mandan. El militar no toma decisiones personales. Cumple la orden de sus superiores.
Dice Guerra Camilo: “Me siento más que orgulloso de haberle servido como encargado de la seguridad de la Doctora Milagros Ortiz Bosch, dama que prestigia el ejercicio de la política en nuestro país”.
Es una verdadera lástima que las Fuerzas Armadas y el país hayan perdido a un general de la capacidad e idoneidad del general Víctor Darío Guerra Camilo, de apenas 45 años de edad.
Pero más penoso es que haya sido incluido entre “las lacras” que debían ser expulsadas de las Fuerzas Armadas, como lo dijo el presidente de la República, y como lo reiteró después el propio Secretario de las Fuerzas Armadas. Y junto a él hay otros militares, igualmente honorables, que fueron incluidos en la lista de retiro cuando las verdaderas lacras, todo lo sabemos, no fueron tocadas. Al contrario, permanecen con sus cargos y sus estrellas disfrutando del manto de la protección oficial.