POR JUAN TAVERAS HERNÁNDEZ
¿Cuáles son los valores del éxito en la sociedad dominicana? ¿Quiénes son los triunfadores? ¿Los que más trabajan? ¿Los que más estudian? ¿Los que tienen más vocación de servicio? ¿Los patriotas? ¿Los honestos? ¿Las mujeres que estudian y trabajan dignamente aportando su capacidad y su talento para contribuir con la familia y con el país? ¿Los hombres que estudian y trabajan para echar hacia adelante a sus hijos para engrandecer la patria? ¿Los que van al gobierno para servirle al país, no para servirse del país?
Ésos no son los valores del éxito.
Lo que se promueve, lo que vende, lo que se estimula por diversos medios, incluyendo la radio, la televisión y la prensa escrita, es el músculo y la belleza femenina, las diversas formas de prostitución, el narcotráfico, la corrupción, el robo, el crimen...
-Un joven de un barrio marginado logra irse a Nueva York en yola o con un pasaporte falso. Poco después regresa, construye una casa de lujo en el mismo sector, compra un vehículo de lujo, viste ropa elegante, un reloj Rolex, una enorme cadena de oro con la cual bien pueden ahorcarlo, reparte dinero entre los muchachos a los que luego utiliza para delinquir. Inexplicablemente consigue permiso para portar una pistola que exhibe con orgullo porque es otra demostración de poder. Un general lo protege.
Es un paradigma. Todos quieren ser como él, todos quieren irse también del país de cualquier modo, o hacer lo mismo que su héroe.
-El muchacho fue firmado para jugar béisbol por un equipo profesional de Estados Unidos. Le dieron un bono de uno o dos millones de dólares. Aparece en los medios de comunicación. El Secretario de Deportes –que más farandulero y busca fotos no puede ser-, lo lleva al Palacio Nacional donde el presidente de la República, quien lo elogia y le garantiza el éxito en su carrera.
Miles de jóvenes quieren ser como Pedro Martínez, Sammy Sosa, Manny Ramírez, Alex Rodríguez o Albert Pujols. Sueñan con ser estrellas de las Grandes Ligas. ¿Para qué estudiar o trabajar si al final los que triunfan no son los que estudian ni los que trabajan, sino los que hacen deporte profesional, los narcotraficantes, los políticos, los generales de la guardia o la policía, y las que se prostituyen en la farándula?
-El tíguere del barrio decidió militar en uno de los partidos del sistema. Gracias a sus habilidades alcanza un puesto de dirección, posteriormente llega al gobierno. Se hace secretario o subsecretario de Estado. Se muda del sector. Ya tiene casa propia, un vehículo de lujo, mujer y amante. El dinero le sobra. La bonanza es evidente. Puede ser Presidente de la República. Nadie pregunta cómo logró en tan corto tiempo acumular fortuna sin haber heredado un centavo, sin sacarse la lotería de Nueva York.
La política lo sacó del anonimato, de la pobreza y de la mediocridad. La política sirve como una escalera social y económica. De un pobre diablo pasó a un señor próspero.
Los principales valores del éxito son, a saber, deportes, narcotráfico, prostitución y la política.
Nadie pregunta que pasa con los miles de jóvenes que no llegan al profesionalismo o que se pierden en el camino. Alrededor de un cuatro por ciento de los jugadores de béisbol llega a las Grandes Ligas. ¿Qué pasa con el resto? Se convierten en desecho.
¿De que sirve estudiar diez o doce años medicina si luego el Estado les niega a los médicos un salario decente?
¿De qué sirve ser maestro si el Estado le paga al maestro menos dinero que a un burro miembro del partido de gobierno o a un maldito tránsfuga?
¿De qué sirve graduarse en una universidad con honores? ¿De qué sirve el sacrificio de hacer una maestría o un post grado en Europa o Estados Unidos si al llegar al país con su título tiene que soportar humillaciones y atropellos de cualquier analfabestia en una oficina pública donde acude con la intención de obtener un buen empleo acorde con lo que ha aprendido durante años quemándose las pestañas pasando páginas para la izquierda?
El sueño norteamericano es una esperanza de bienestar y progreso que ha mantenido a esa poderosa nación unida. ¿Existe el sueño dominicano? En modo alguno. Cerca del 70% de nuestros compatriotas no quisieran largarse de este país. Hemos perdido la fe. Y casi –para no ser pesimista en extremo- hemos perdido el país.
Un país sin valores éticos y morales no puede llamarse país.
No tenemos un país, tenemos una jungla donde sobreviven las bestias más salvajes y asesinas, donde la vida no vale ni un “cigarrillo crema”, como dijera Juan Bosch hace muchos años.