domingo, 16 de noviembre de 2008

Dinero de nadie


16 de noviembre de 2008

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POR JUAN TAVERAS HERNANDEZ
Dice un refrán popular, “a lo que nada nos cueste, hagámosle fiesta”. Y eso es lo que hace el gobierno con los recursos públicos; gastarlo a manos llenas violando la Constitución y las leyes, vulnerando el sentido ético y moral, porque en este país la complicidad y la impunidad van de las manos empobreciendo cada vez más al pueblo; una pobreza que no es sólo material, también es espiritual

El viernes 31 de octubre el periódico Hoy publicó una información en su primera plana recogiendo una denuncia de Participación Ciudadana sobre los 320 subsecretarios de Estado designados por el presidente Leonel Fernández en menos de dos meses, que debió provocar reacciones en cadena de todos los sectores. Pero no fue así. El silencio cómplice borró de los medios rápidamente la denuncia de Participación Ciudadana.

“Leonel ha nombrado 320 subsecretarios”, rezaba el titular. Más abajo, en negritas: La secretaría de Agricultura cuenta con 37 subsecretarios de Estado, a pesar de que la Ley Orgánica sólo contempla tres”. Quiere decir que 268 carecen de respaldo legal, es decir, son ilegales. El presidente Fernández violo la ley que juró solemnemente respetar y hacer respetar.

Los secretarios de Estado suman 54, pero en el organigrama figuran 20. Muchos no tienen funciones. Pero reciben los beneficios del cargo. Vehículos, seguridad, celulares, gastos de representación, entre muchos otros privilegios. La lista de los subsecretarios por secretaria de Estado es alarmante. No sólo Agricultura tiene 37, Salud Pública cuenta con 33, Deportes con 28, Trabajo 25 y Medio Ambiente 21.

Dice Participación Ciudadana que estos funcionarios nuevos le cuestan al país cerca de 250 millones de pesos anuales, pero asegura el economista Arturo Martínez Moya que todos los nombramientos que ha realizado el presidente Fernández desde el 16 de agosto de este año a la fecha, les están costando al país más de 800 millones de pesos al año, lo que ha disparado la nómina pública enormemente. Esa nómina está por encima de los 4 mil millones de pesos anuales, algo sencillamente insostenible. Todo ello gracias al clientelismo político de la pasada campaña electoral cuando el presidente Fernández compró las elecciones por un precio muy alto que ahora todos estamos pagando.

Pero no sólo el presidente Fernández gasta el dinero del pueblo como si fuera suyo, de igual modo lo hacen sus funcionarios, algunos de los cuales tienen salarios de lujo en más de una dependencia del Estado, como el de Hacienda, por ejemplo, que además de esa secretaria cobra en el Banco de Reservas y en otras entidades.

El Congreso no se queda atrás en la repartición del pastel. Pero de manera muy especial el Senado, donde el barrilito, de casi 500 millones de pesos se lo reparten los partidos políticos que tienen representación. Por ejemplo, el presidente del Senado y la vice reciben más de 22 millones de pesos al año, sin contar con sus salarios mensuales que se acercan a los 300 mil pesos.

El famoso “barrilito” (es un barril del tamaño de la catedral) de los senadores todos, no tiene justificación legal ni moral. Sin que nadie se sienta ofendido, en los próximos días someteré un recurso solicitando que me ofrezcan una explicación sobre el uso de esos casi 500 millones de pesos. Me acogeré a la ley de acceso a las informaciones públicas.

Los diputados estuvieron este fin de semana en Bávaro, exclusivo sector turístico del país analizando el proyecto de reforma constitucional. Y yo me pregunto, ¿Cuánto le costara ese encuentro innecesario al país? ¿Eso no se pudo discutir en el hemiciclo? ¿No se pudo hacer en el aula magna de la Universidad Autónoma de Santo Domingo o en el auditorio del Banco Central o en el Club del Legislador?

Me inquieta saber cuánto costo el último viajecito del presidente Fernández. Hay quienes afirman que la gira de 14 días sobrepasó en mucho el millón de dólares. ¿Es cierto?

El dinero del Estado corre a borbotones entre nóminas y nominillas, entre viajes en primera clase, dietas, gastos de representación, celulares (en Salud Pública un subsecretario gastaba 48 mil pesos mensuales en llamadas telefónicas), vehículos...

Un dirigente político llega a un cargo. Nadie le preguntará de dónde saco tanto dinero. Nadie le preguntará qué lotería se sacó, en cuál casino ganó, o si heredó un trono. Este gobierno nos ha sacado en impuestos más de 300 mil millones de pesos en 3 años. Pero nadie sabe en qué los ha invertido. Pregúntenle al presidente, a los funcionarios, o al poderoso Comité Político del PLD.

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