JUAN TAVERAS HERNANDEZ
Tras la derrota electoral del año 2004, le propuse al ex presidente Hipólito Mejía que buscara la presidencia del Partido Revolucionario Dominicano, pero no quiso. Cuatro años más tarde, volví a proponérselo con argumentos que me parecían valederos, pero de nuevo se negó y prefirió apoyar a Ramón Alburquerque. El proceso convencional está en marcha. Un grupo de dirigentes y militantes del PRD le han propuesto al ex presidente que acepte ser postulado a la presidencia del partido. Pero otra vez, con más determinación que antes, y tozudamente, dice que no. Y deja un vacío enorme en el PRD que precisa de un liderazgo y una fuerza política y moral que en estos momentos sólo él tiene. Nadie más.
Hipólito Mejía, a quien más del 60% de los perredeístas consideran jefe y líder del PRD, no tiene un discurso coherente en torno a sus aspiraciones inmediatas. Un día parece aspirar a la nominación presidencial, pero otro día quiere ser “un ente de equilibrio que garantice la unidad del partido, porque sin un partido unificado, que pueda hacer oposición, será imposible volver al poder. No haré nada que divida al partido.”
Hipólito quiere volver a convertirse en candidato presidencial, pero no a costa del PRD. Si para ser candidato presidencial tiene que destruir al PRD, dividirlo, crear al “Nuevo PRD”, entonces prefiere no ser candidato.
Pero no todos piensan así.
El ingeniero Miguel Vargas Maldonado –que sabe lo que quiere- no sólo desea ser candidato a la presidencia de la República; también quiere ser candidato a la presidencia del PRD. El grupo de Miguel quiere llenar todos los espacios.
Una encuesta pagada por su grupo, no divulgada oficialmente pero si oficiosamente, dice que Vargas gana en una convención primero la presidencia del PRD, luego la nominación presidencial. Eso puede que sea cierto ahora, hoy, pero no mañana cuando tenga que enfrentar a todos los grupos que buscan lo mismo.
Tener el control del partido en la próxima convención garantiza, según los expertos que asesoran al dirigente, que la mayoría de los candidatos a senadores, diputados, síndicos y regidores sean de su tendencia.
Eso plantea una división de tal magnitud que haga imposible el regreso al poder del PRD. Un riesgo que no sé hasta donde ha sido calculado.
Además, los estatutos del PRD prohíben que el presidente, el secretario general y el de organización aspiren a cargos públicos. Ante ese argumento de ley, dirigentes del grupo de Miguel afirman que éste puede renunciar dos años antes de las elecciones, asegurada la mayoría de la matricula de los dirigentes.
El grupo que encarna “el nuevo PRD” no quiere perder tiempo. No hace mucho propuso adelantar la convención para escoger las nuevas autoridades, lo que se entendió como intento por darle un golpe de estado al ingeniero Ramón Alburquerque y los demás dirigentes de ese partido. Hipólito Mejía se opuso militantemente argumentando que eso sería fatal para la institucionalidad del partido.
No olvidemos que el mismo 16 de mayo en la noche, mientras reconocía a destiempo el triunfo de Leonel Fernández, Miguel Vargas se proclamaba precandidato para las elecciones del 2012. El 17 de mayo le dijo a su gente: ¡Manos a la obra! Al intentar la presidencia del PRD, corre el riesgo de perder. Y si pierde las elecciones internas, se desvanecen sus aspiraciones a la nominación presidencial para el 2012.
No comprendo por qué correr ese riesgo. Hasta hace una semana Miguel no tenía que enfrentar a nadie en particular. Su relación con todos los dirigentes era buena. Se reúne con Hipólito Mejía cada vez que lo desea. Ya no será así. Ahora el ex presidente Mejía tendrá que enfrentarlo. Lo mismo hará Luis Abinader, a quien le están ofreciendo la Secretaría General como regalo de cumpleaños.
Con sus aspiraciones, Miguel ha desatado los vientos del demonio. Ha declarado la guerra a los grupos que integran el “viejo PRD”, innecesariamente. Ellos no se quedarán de brazos cruzados viendo como le dan un tumbe y le quitan su partido de 70 años.
¿Cree Miguel que le podrá ganar a Hipólito, Enmanuel, Abinader, Fello, Milagros, Alburquerque, entre otros, la convención? ¿Y si pierde? ¿Por qué promover el “Todos Contra Uno”?
Que me perdonen los “guruses” de Miguel, pero están cometido un error. Incluso si Vargas los enfrenta a todos y les gana, tiene que ser 90 a 10. Y aún así perdería. Es simple: Sin unidad no hay fuerzas. Y sin fuerzas no hay victoria.
Eso lo enseña la historia.
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