POR JUAN TAVERAS HERNANDEZ
No soy de los que le hacen coro a Estados Unidos en su política contra el narcotráfico, la cual ha logrado imponerle al resto de los países. Yo soy partidario de la legalización de las drogas, igual que se legalizó el alcohol, pero Estados Unidos, que gasta mucho más de la mitad de los cien mil millones de dólares que le cuesta al mundo cada año la lucha contra el narcotráfico, se opone radicalmente. Por esa visión muy particular, no comparto la deportación de nuestros ciudadanos hacia Estados Unidos, país que tiene decenas de millones de adictos y apresa por drogas a casi dos millones de norteamericanos sin que aparezcan los capos made in USA.
Por ésos y otros motivos, soy opuesto a que el narcotráfico sea usado como un arma política para descalificar a los opositores como se está haciendo en nuestro país, donde una figura emblemática, un líder de la categoría de Peña Gómez, fuera acusado perversamente de mantener vínculos con el bajo mundo. Sólo para hacerle daño.
Esos mismos señores utilizaron el caso Quirino para eliminar moralmente –y de paso políticamente- al ex presidente Hipólito Mejí,a a sabiendas de que había ordenado un operativo de vigilancia e investigación diaria en coordinación con los organismos de lucha antinarcóticos de Estados Unidos que llevaba casi un año, como lo prueban los vídeos y las grabaciones de conversaciones telefónicas que tiene la DEA.
En el caso Quirino, lo que hicieron las autoridades fue abortar una investigación que terminaría cuando el cargamento de drogas llegara a su destino final en territorio norteamericano, no rumbo a Santiago, como se hizo para proteger a pejes gordos que algún día serán dados a conocer, pues aún la DEA se pregunta qué hacía Quirino en el Palacio Nacional durante la toma de posesión del presente gobierno.
Ahora el PRD presenta el caso de otro dominicano pedido en extradición por Estados Unidos. Ofrece fotos donde Nelson Solano Guzmán aparece junto al presidente Fernández y otros funcionarios. Y pide que Fernández explique sus vínculos con un deportado.
Aunque la respuesta del gobierno y del partido de gobierno no ha sido convincente, no creo que el Fernández tenga relación alguna con sujetos relacionados con el mundo de las drogas, por lo menos no que él lo sepa.
Mi punto es el vínculo empresarial, el vínculo político. Mi punto es el negocio. Lo que tiene que explicarle al país el jefe de Estado es, cómo Nelson Solano logró que se le asignaran, como empresario o como lobbista, 18 obras que rondan los 5000 mil millones de dólares.
El presidente Fernández debe decir cómo este hombre, que no es ingeniero ni arquitecto, logró que le asignaran tantas obras sin licitación ni concurso.
La Suprema Corte de Justicia, no el PRD, es quien habla de las 18 obras. Son 18 grandes obras. El cálculo que hace el PRD de 5 mil millones de dólares, 165 mil millones de pesos, no resulta exagerado.
Ese hecho me parece, lo digo, más trascendente que la deportación por drogas del señor Solano. Intentar vincular al presidente Fernández en asuntos de drogas durante una campaña electoral es, a mi juicio, un desvarío.
Si la denuncia del otorgamiento de 18 obras a un desconocido la hubiera hecho el PRD, insisto, la habría puesto en duda por inverosímil. Es la Suprema Corte de Justicia, aliada al gobierno en determinados aspectos judiciales, no al PRD, la que habla de las obras en su sentencia. Es la Suprema la que asegura que las 18 obras estaban en “vigencia” al momento del apresamiento de Solano en marzo del 2006. No seria ocioso que la Suprema diga a través de su presidente que diga de dónde sacó esa información tan precisa, si fue el resultado de su investigación o de la investigación del gobierno de Estados Unidos. Como tampoco está demás preguntar, ¿cuántos otros Nelson Solano han obtenido muchas obras grado a grado? Más allá de la política y de la campaña, estamos ante un hecho grave que de confirmarse sería el acto de corrupción más grande y espectacular de la historia del país, mayor incluso que el fraude bancario, que es de cien mil millones de pesos, aproximadamente.
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