miércoles, 16 de julio de 2008

Hipólito y Baninter


16 de julio de 2008

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POR JUAN TAVERAS HERNÁNDEZ
El juicio a los principales ejecutivos del Banco Intercontinental (Baninter) adquirió el carácter de la cosa irrevocablemente juzgada con la negativa de la Suprema Corte de Justicia a casar la sentencia por entender que no se violó la Constitución y la ley fue aplicada correctamente.

La Suprema ratifica la sentencia de la Tercera Sala Penal de la Corte de Apelación del Distrito Nacional que condenó a Ramón Báez Figueroa, Luis Álvarez Renta y Marcos Báez Cocco a 10 años de prisión; mientras que a Vivian Lubrano de Castillo la condena es de 5 años. Además de las multas de cien salarios mínimos tendrán que pagar más de 68 mil millones de pesos de manera solidaria a favor de la Superintendencia de Bancos y del Baninter.

Sobre este caso se han escrito varios libros, pero se puede escribir otros, ahora que ha concluido en los tribunales.

La crisis bancaria se venía incubando mucho antes de que Hipólito Mejía asumiera la presidencia de la República. Existe un estudio realizado durante la primera gestión del presidente Fernández por el experto español Aristóbulo Juan, que llama la atención de las autoridades de entonces sobre los manejos de ese banco. Pero ese informe fue sospechosamente secuestrado.

Cuando se hace evidente la crisis del Baninter , las autoridades intentan salvarlo con redescuentos y otras medidas. Unos 8 mil millones de pesos entregados al Baninter en el intento de recuperarlo se utilizaron para otros fines. Cuando ya no quedaba nada por hacer, el presidente Mejía cogió el toro por los cuernos y actuó como aconsejaban las circunstancias, interviniendo el banco y aplicando los correctivos de lugar, salvando así el sistema financiero y evitando un corralito similar al de Argentina que hizo colapsar el sistema político y económico de ese gran país suramericano. De igual modo, garantizó el dinero a unos 700 mil ahorristas, grandes, medianos y pequeños.

Pero no sólo eso, el presidente Mejía sometió a la Justicia a los responsables del fraude. El presidente del Baninter, Ramón Báez Figueroa fue a la cárcel de Najayo, en un hecho sin precedentes en este país. Por primera vez en más de 200 años un miembro de una de las familias más poderosas iba a la cárcel. Esa determinación del presidente Mejía le costó mucho. Pagó un alto precio político, pero salvó al país de una catástrofe mayor, y de una gran crisis política.

Mientras Mejía enfrentaba la quiebra bancaria fraudulenta, el entonces ex presidente Fernández y los principales dirigentes del PLD jugaban al desenlace fatal del gobierno del PRD. Se colocaron del lado de quienes quebraron los bancos. De hecho la relación contractual del presidente Fernández con Baninter, es de todos conocida, así como los aportes millonarios que hizo ese banco a la Fundación Global. Tengo las copias de los cheques y de los depósitos realizados por ejecutivos de la fundación y los certificados a nombre de Margarita Cedeño, que para entonces no era la señora de Fernández.

Desde el 2003 cuando se destapó la crisis, Hipólito estuvo esperando la sentencia definitiva, convencido de que saldría exonerado de toda responsabilidad. Seis años después, tardía pero segura, la Suprema le ha dado la razón, y lo reivindica históricamente. Han sido seis años duros para Hipólito Mejía y su familia, principalmente para doña Rosa, su esposa.

A pesar del inmenso poder fáctico de los acusados, del apoyo recibido desde el Palacio Nacional con el nombramiento del abogado de la defensa como secretario de Estado, de las declaraciones del presidente de la República de que ese abogado es su líder y guía; a pesar de todo, se impuso la continuidad del Estado. Los jueces de las distintas instancias estuvieron a la altura reclamada por el país.

No es ocioso señalar que el proceso judicial llega a su fin gracias al trabajo de los abogados del Estado; a las presiones nacionales y de organismos internacionales; presión que también ejercieron Estados Unidos, Alemania, Francia y España, entre otros. Y gracias también a la entereza del gobernador del Banco Central, que soportó insultos y amenazas; del superintendente de Bancos, a quien vi llorar por televisión de impotencia por los abusos en su contra de parte de quienes quebraron el banco y sus asalariados. Sin esos esfuerzos la sentencia no hubiese sido posible. ¿Qué queda? Ejecutar la pena con la rigurosidad de la ley. Los condenados a prisión, y rescatar los bienes, aunque estén en manos de testaferros.

Dicen que el agua se aclara sola al paso de la corriente. A Baninter no lo quebró Hipólito Mejía, sino Ramón Báez y sus socios.

No lo digo yo, lo dicen tres sentencias judiciales.

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