miércoles, 25 de junio de 2008

La crisis se traga al Gobierno

25 de junio de 2008

www.elnacional.com.do


POR JUAN TAVERAS HERNÁNDEZ
El gobierno está cometiendo un error imperdonable: está convencido de que el poder mediático es suficiente para mantener la relativa paz social que vive el país.

La crisis del año 2003 producto de la quiebra fraudulenta de algunos bancos privados, más la guerra antiterrorista llevada a cabo por el gobierno de Estados Unidos en respuesta al derribo de las Torres Gemelas, colocaron al país al borde del colapso.

El presidente de entonces, el ingeniero Hipólito Mejía, enfrentó la situación salvando el sistema financiero garantizando los depósitos de 700 mil ahorristas, pobres y ricos. Pero no sólo eso, sometió a la Justicia a los acusados, algunos de los cuales se pasaron buen tiempo en la cárcel de Najayo, y es posible que vuelvan porque los tribunales los condenaron.

Las autoridades monetarias y financiera del gobierno de Hipólito evitaron un corralito similar al de Argentina que en una semana tuvo tres presidentes.

Durante ese 2003 y parte del 2004 la prima del dólar se disparó al igual que la canasta familiar y el desempleo, mientras la oposición dirigida por Leonel Fernández se frotaba las manos estimulando la desestabilización económica y política culpando a Hipólito Mejía de una crisis que no creó. Sin esa crisis, el presidente Mejía se hubiera reelegido fácilmente.

Contrario a la que deseaba el PLD y Fernández, la sangre no llegó al río. Antes de que el presidente Fernández tomara posesión nuevamente como presidente de la República, ya la economía comenzaba a dar muestras de recuperación, como lo prueban las cifras del propio Banco Central.

Baninter y las Torres Gemelas, dicho objetivamente, se llevaron al presidente Mejía. Pero no hubo un solo muerto, ni produjeron manifestaciones violentas, ni la poblada que anhelaba la oposición.

La crisis de ahora, igual que la de Hipólito, tiene un componente interno y otro externo:

El factor exógeno es el petróleo, mientras que el endógeno es la incapacidad mezclada con la politiquería y la corrupción que le cuesta al país unos 50 mil millones de pesos, según una entidad que lucha contra ese flagelo.

El único logro exhibido por este gobierno es la estabilidad cambiaria, y todos sabemos, incluso yo que nada sé de economía, que es ficticia, porque la cotización del dólar es mucho mayor de lo que en teoría está establecida por las autoridades monetarias.

Este gobierno es un fracaso.

Nadie sabe que ha hecho con los cuartos porque no los ha invertido en educación, en salud, ni en seguridad ciudadana, y mucho menos en obras de bien social. Con todos los miles de millones de pesos y de dólares que ha manejado, el presidente Fernández pudo construir un Metro en cada barrio, otro desde Santo Domingo hasta Puerto Príncipe o a Puerto Rico por debajo del mar.

Con el dinero recaudado se pudo resolver el problema eléctrico, modernizar el sistema de educación y salud, aumentar la producción de alimentos.... Pero no ha sido así. Al contrario, ahora estamos peor que durante el gobierno de Hipólito, que no manejó tanto dinero y que fue sacudido por dos terremotos como lo fueron la quiebra bancaria y el terrorismo en Estados Unidos.

La gente está harta de los discursos del presidente, de los viajes del presidente, de las reuniones del presidente en el Palacio Nacional donde no se resuelve nada. No se toman las medidas que beneficien a las mayorías. Y mientras la crisis nos ahoga, todos los días aparece un escándalo de corrupción, funcionarios con millones de pesos guardados en sus casas, “el barrilote”, no barrilito, de los senadores y diputados, el desayuno escolar, las nóminas y las nominillas, el desayuno escolar, la cámara de cuentas, las drogas en los barrios, los delincuentes robando, atracando y asesinando a cualquier otra del día o de la noche. Si el gobierno continúa apretando la tuerca, como lo está haciendo, se puede correr la rosca. Y si se corre la rosca el sistema de partidos puede desaparecer y con ellos la caricatura de democracia que vivimos.

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