viernes, 15 de agosto de 2008

Mentiras creíbles (2)


15 de agosto de 2008

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POR GUIDO GÓMEZ MAZARA (2)

Las declaraciones de Monseñor Arnaíz y del Obispo Nicanor Peña colocan fuera de la demarcación político-partidaria un tema que, como el narcotráfico, desafortunadamente ha sido penetrado por las pasiones electorales. Ambos representantes de la jerarquía católica cuestionan el incremento de las drogas en el país y denuncian el contubernio entre autoridades y capos.

El actual titular de la Fuerza Aérea Dominicana le puso porcentajes al incremento de aeronaves que penetran el espacio aéreo. Y las responsables denuncias del senador por la provincia Peravia en lo concerniente a las actividades del narcotráfico en una parte del sur constituyen llamados provenientes del litoral oficial en capacidad de convencernos de que las autoridades están perdiendo la guerra en el combate al narcotráfico.

Tantas pruebas del auge de las actividades relacionadas con el narcotráfico, sumadas a las estadísticas presentadas por el presidente Leonel Fernández en la Cumbre Anti-drogas, celebrada en Bogotá, Colombia, nos conducen a una terrible conclusión: ningún sector del país está en capacidad de ocultar la debilidad de los instrumentos que tenemos como nación para doblarle el pulso a los responsables de promover e impulsar las actividades del narcotráfico.

Lo irónico de los últimos hechos de sangre relacionados con drogas registrados en Paya, Baní y Santiago de los Caballeros es que podrían servir para etiquetarnos con el calificativo de Narco-Estado. Sin embargo, incurrir en semejante ligereza contribuiría a reproducir manipulaciones y juicios de valores instrumentados por sectores específicos contra un litoral partidario injustamente calumniado.

El mayor daño que se le generado al combate al narcotráfico ha sido la intención político-partidaria y carga de impugnación electoral con que se aborda el tema en los diversos escenarios. En las actuales circunstancias, si la retaliación suelta sus iras, tendríamos material para asociar el fracaso de las políticas y acciones promovidas por los organismos oficiales encargados de combatir el narcotráfico y, hacerle un flaco servicio al debate sincero, pretendiendo asociar el auge de las actividades relacionadas con drogas a la administración del PLD.

Escuché a Miguel Cocco estimulando la posibilidad de que todos los sectores de la vida nacional asuman una cruzada contra el narcotráfico. La idea es válida. Lo que llama la atención es que, de manera legítima, instancias específicas de la sociedad han sido víctimas de ese sentido instrumentalista con que se aborda la lucha para derrotar el auge de las drogas. Lógico es entender legítimas suspicacias, porque los impugnadores de siempre no han tenido la grandeza de reconocer que sus objetivos políticos-electorales desbordaron los ámbitos de la competencia por el poder, al multiplicar componentes que servirían de excusas justificadas para sumarse con energía y honestidad a una lucha capaz de demandar el concurso de todos los sectores de la vida nacional.

Todo el país conoce la carga de injusticia cometida contra el PRD respecto del tema del narcotráfico. Desafortunadamente, el partido dejó acorralarse con las impugnaciones de sus adversarios que, siempre tendrán “razones” para una descalificación, resultante del convencimiento de que los éxitos de la organización partidaria representa un desplazamiento del poder de la franja que utiliza perversamente las etiquetas malsanas. Antes, comunistas. Ahora, narcotraficantes.

Como desagravio están las cifras y las noticias diarias que hacen del país territorio para cometer los excesos que llenan de sangre los periódicos. Esas mentiras creíbles han sido derrotadas porque el engaño surte sus efectos, pero siempre el tiempo constituye el mejor aliado para derrotarlo.

ggomezmazara@hotmail.com

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