miércoles, 13 de agosto de 2008

Crónica de un discurso anunciado


13 de agosto de 2008

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POR JUAN TAVERAS HERNÁNDEZ
El próximo 16 de agosto el presidente Leonel Fernández comienza su tercer mandato.

El nuevo gobierno comenzará sin expectativas de mejorar la situación económica de la mayoría de los dominicanos que han visto disminuir considerablemente su nivel de vida. Más allá de las simpatías partidarias, lo cierto es que hoy estamos peor que antes. El presidente Fernández, lejos de resolver los problemas nacionales como prometió durante la campaña electoral del 2004, los ha empeorado.

Para garantizar su permanencia en el poder tuvo que invertir cerca de 50 mil millones de pesos en subsidios populistas y en la compra de dirigentes y militantes de oposición.

El presidente Fernández, como lo he dicho muchas veces, no ganó las elecciones, las compró. Y a un precio muy alto. Tanto costó la reelección presidencial que esos 50 mil millones hoy constituyen una de las causas del déficit que presenta la economía del país en distintas áreas.

No es verdad, como ya han establecido sectores de la oposición y de la sociedad civil, que la crisis sea el resultado exclusivo de los altos precios del petróleo. La crisis, si bien tiene un componente internacional, lo real es que su agudización es consecuencia del aumento excesivo del gasto del gobierno en acciones no productivas.

No creo que sea prudente hablar de un nuevo gobierno. Al contrario, es un gobierno viejo que se pretende reeditar. Como he dicho en ocasiones anteriores, parafraseando al cantautor cubano Silvio Rodríguez, el presidente Fernández no es más que “un servidor de pasado en copa nueva”. Su gobierno nació en el año 1996 viejo y desfasado a pesar del discurso vanguardista y tecnológico, porque fue resultado de un acuerdo conservador y racista.

Porque lo impuso el pasado para garantizar que sus estructuras corrompidas no fueron tocadas, para que todo continuara igual. El periodista de Santiago, mi buen amigo Rosario, ha reeditado el libro “Los dueños de la República Dominicana”, donde demuestra que nada ha cambiado, que al contrario, los dueños del país durante los últimos 200 años siguen siendo los mismos, pues apenas se han sumado algunas familias.

En 8 años de poder, Fernández no ha cambiado un ápice las estructuras de poder. Al contrario, las ha consolidado para que se mantenga el régimen de injusticia social y económica para lo cual se ha valido de poderes fácticos como la religión y los medios de comunicación, amén de lo que representan las Fuerzas Armadas y la Policía, igualmente corrompidas.

Los 8 años de gobierno, que llegarán a 12, han estado asociados, con cierto orgullo del propio presidente Fernández, a la imagen del doctor Joaquín Balaguer, una herencia del trujillismo y de la intervención militar norteamericana del año 1965.

Significa pues, que el 16 de mayo continúa más de lo mismo. Es la tercera parte de una serie muy mala, que no le ofrece grandes expectativas de cambios sustanciales al pueblo dominicano. Tan viejo, tan caduco es el período que comenzará el 16 de agosto, que nadie se atreverá a pedir los tradicionales 100 días de sosiego que se le ofrece a los gobiernos nuevos. ¿Nuevo de qué, si tendremos que ver las mismas caras en los cargos, o los nuevos y viejos traidores, tránsfugas, chaqueteros que fueron comprados como reses en la subasta de la campaña electoral?

¿Qué nos ofrecerá al presidente Fernández durante su discurso ante la Asamblea Nacional? ¿Modificar la Constitución para volver a comprar las elecciones del año 2012? ¿Nos volverá a decir que reducirá el gasto público, que ahora aplicará una severa política de austeridad, combatirá la corrupción, no habrá botellas, y eliminará los secretarios y subsecretarios de Estado que no estén en el organigrama del Estado?

¿Volverá a repetir las mismas cosas que ha estado diciendo durante 12 o 14 años? ¿Nos volverá a decir que construirá un Nueva York Chiquito, un Miami en el Caribe?

¿Volverá a decirle al pueblo “que es palante que vamos” mientras introduce otra reforma fiscal? ¿Llegará a tanto? ¿Prometerá el progreso tras una nueva línea del Metro mientras la gente se muere de hambre? ¿Volverá a decirnos que este será uno de los países más seguros de América latina y del mundo?

No imagino el discurso ante los legisladores. No tengo idea de lo que pueda decir, que no haya dicho ya.

Si tomamos los últimos diez discursos de Fernández, veremos que se repite una y otra vez. Hace las mismas promesas y no cumple. Tengo sobre mi escritorio todos sus discursos. Pretendo compararlos con esta nueva pieza oratoria. Será un buen ejercicio profesional... Y una forma de perder el tiempo.

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