domingo, 27 de enero de 2008

Los “viralata” del PRD

27 de enero de 2008

www.elnacional.com.do

POR JUAN TAVERAS HERNANDEZ

El camarada secretario de Estado de Interior y Policía, miembro del Comité Político y Director de Elecciones del Partido de la Liberación Dominicana ha calificado al Partido Revolucionario Dominicano de “viralata”, un término despectivo para referirse a los perros no son puros, es decir, a los que tienen una mezcla de razas caninas que no tienen “pedigree”.

El comesolismo del gobierno del camarada secretario de Interior y Policía ha convertido no al PRD, sino el pueblo, en “viralata”.

La expresión “viralata” sirve para probar el desprecio de los funcionarios por los de abajo. (Ahora entiendo porque las compuertas de la presa de Tavera fueron abiertas en la madrugada sin avisarle a los “viralata”).

El PRD es un partido fundamentalmente de gente humilde, aunque muchas veces, desde el poder haya actuado como si fuera de oligarcas y burgueses. El mayor líder de masas que ha tenido el país, el doctor José Francisco Peña Gómez, era de extracción social humilde, que se le escapó a la pobreza y a la muerte. Un “viralata”. Sin embargo, Peña Gómez fue el dominicano más meritorio de su tiempo, y superó la miseria para convertirse en coloso de la política.

Peña Gómez era un hombre sin abolengo, pero grande e inmenso fue. La historia de este país puede escribirse sin el nombre del camarada secretario de Interior y Policía, miembro del Comité Político y jefe de elecciones de su partido, pero jamás sin el nombre del “viralata” Peña Gómez. La historia de la guerra de abril del 65 no puede escribirse sin el nombre de Peña Gómez, que no rehuyó el compromiso con la patria, no corrió cuando escuchó el primer disparo como sí hizo el camarada secretario, que estuvo a punto de ser juzgado por los constitucionalistas.

Más de un millón de hombres y mujeres integran el PRD, en su mayoría gente buena, que ama a su país, gente que trabaja y lucha, gente que se esfuerza por construir una nación más digna y próspera. Esa gente, más allá de sus simpatías, merece respeto. Esos “viralata” forman parte decisiva de la nación dominicana. Llamarlos “viralata” es un insulto, un atropello inmerecido.

Ese partido de “vira lata” fue el partido que trajo al país la esperanza tras la muerte de Trujillo, fue el partido de Juan Bosch durante muchos años, el que lo llevó al poder en 1963, el que exigió su retorno al gobierno tras el golpe de Estado; ese partido de “viralata” conspiró y se lanzó a las calles en contra del Triunvirato; el que llamó al pueblo a tomar las armas, el partido que tomó las armas en 1965, el que enfrentó a las tropas norteamericanas; fue ese PRD de “viralata” el que enfrentó al doctor Balaguer durante los 12 años de horror; fueron los “viralata” del PRD los que pusieron la sangre y los muertos de los “incontrolables”, mientras el camarada secretario de Interior y Policía siendo rector de la UASD le enviaba la rondalla universitaria al caudillo reformista para que le cantaran “las mañanitas” en sus cumpleaños.

Fueron los “viralata” del PRD quienes en el 1978 reclamaban en las calles el respeto a la voluntad popular cuando Balaguer y sus secuaces, entre ellos Bosch y su PLD, pretendían impedir el ascenso de don Antonio Guzmán Fernández.

La historia de los “viralata” del PRD “está escrita con hechos y sellada con sangre”. El camarada secretario de Interior y Policía, miembro prominente del Comité Político y director de elecciones del PLD, el hombre de los alcoholímetros y de las motocicletas Harley Davidson, con poder plenipotenciario para cerrar el país todos los días a partir de las 12 de la noche, el “quitaguto”, puede seguir amenazando a los empleados públicos y a los que tienen la tarjeta Solidaridad, puede usar sus policías privados para meter miedo, pero no podrá detener a los “viralata” del PRD en su afán de sacar al PLD y sus perros de raza del Palacio Nacional.

Los “viralata” del PRD, junto a los “viralata” de las demás organizaciones populares, a los “viralata” sin trabajo, los “viralata” sin educación, ni salud, los “viralata” que viven a orillas de los ríos, los que fueron azotados por las tormentas Noel y Olga, suman más, mucho más, que los perros de raza del camarada presidente y de todos los camaradas del gobierno.

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