Los estatutos de un partido son como la Constitución de un país.
Un país donde no se respete la Constitución, como es el nuestro, es un país atrasado.
De igual modo, un partido sin estatutos que establezcan el marco jurídico en que deben actuar sus miembros, es un partido sin futuro. Los estatutos no sólo establecen las leyes, sino que también esbozan los lineamientos políticos e ideológicos, marcando diferencia doctrinaria con los demás.
Maurice Duverger en su vieja obra “Los Partidos Políticos” establece que “un partido no es una comunidad, sino un conjunto de comunidades, una reunión de pequeños grupos diseminados a través del país (secciones, comités, asociaciones locales, etc.) ligados por instituciones coordinadoras”.
El ex presidente de Ecuador Rodrigo Borja en su enciclopedia política señala que “para que exista un partido político debe reunir tres elementos fundamentales; ideología política, plan de gobierno y organización permanente establecida a escala nacional”.
Mao Tse Tung en “El estilo de trabajo en el partido” establece como “principio”, que “los intereses del Partido están por encima de los intereses individuales y parciales, lo cual permite alcanzar unidad y coherencia completas”.
El PRD es una organización que pronto cumplirá 70 años. Es el partido más viejo, pero al mismo tiempo el que menos ha gobernado el país. Poco más de 12 años. Tres períodos completos de cuatro años y uno de siete meses. Sin embargo, los apartes del PRD a la libertad, la justicia social y la democracia, son notables.
Ningún partido político de la República Dominicana puede exhibir una hoja de servicios a la nación tan importante. Pero sucede que ese partido actúa de espalda a su historia, a sus valores, a sus principios, a su tradición. Su capacidad de auto destrucción le ha impedido gobernar muchos años y realizar los cambios estructurales que demanda la sociedad. En teoría, el PRD es un partido socialdemócrata, pero en los hechos no. El PRD es un partido sin disciplina, sin políticas que normen su conducta cotidiana, sin táctica ni estrategia, y, lo peor, sin una estructura orgánica moderna que le permita retomar el poder a través de las elecciones.
El PRD se desgasta en una lucha interna sin sentido por una candidatura presidencial que será escogida en tres años, mientras el país sucumbe ante la corrupción, las drogas, la violencia, el crimen y la crisis económica. El PRD tiene una oportunidad de oro para volver al poder. Pero está haciendo hasta lo imposible para no volver, con esa guerra interna.
En el PRD debe producirse un cambio radical. El único árbitro válido, consensuado, es el documento aprobado el 28 de noviembre del 2004: Estatutos Generales. Son buenos estatutos, resultado del conocimiento y de la experiencia. Deben ser respetados, desde el presidente hasta el más humilde de los perredeístas.
Buscar la presidencia del partido para modificar los estatutos y hacer un traje a la medida, es lo que han hecho muchos presidentes de la República con la Constitución. Y eso explica el atraso institucional del país.
Pero los estatutos no pueden ser un instrumento político para restarle a nadie posibilidades de escalar posiciones dentro y fuera del partido; los estatutos tienen que ser respetados. El que no esté dispuesto a respetar las normas y principios aprobados por la mayoría, que funde otro partido, como hizo Juan Bosch en el año 1973.
Nadie tiene derecho a dividir al PRD, pero el que quiera hacerlo, que se vaya. El que lo haga, que sea expulsado, no importa que se llame Hipólito Mejía, Miguel Vargas, Ramón Alburquerque, Luis Abinader, Orlando Jorge Mera, Eligio Jáquez, doña Peggy Cabral viuda Peña Gómez o Enmanuel Esquea. El todo es más importante que cualquiera de sus partes. El PRD es más importante que Miguel Vargas y su grupo, que Hipólito Mejía y su grupo, que Ramón Alburquerquer y su grupo, que Luis Abinader y su grupo.
Miguel Vargas no puede ser presidente del PRD y candidato. Lo dice el artículo 185. ¡Punto! Ramón Alburquerque no puede ser presidente del PRD y pretender ser candidato. Se lo impide el artículo 185. ¡Punto!
Todo el que actúe de espalda a los estatutos merece sanción o expulsión. Cuando se hagan respetar esos estatutos, que son buenos, habrá retornado la disciplina. Y el PRD estará en condiciones de volver al poder.