El presidente del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), ingeniero Ramón Alburquerque, consideró una contradicción de valores el hecho de que Estados Unidos destine 700 mil millones de dólares a salvar “mercados financieros especuladores de Wall Street”, mientras cancela sus programas de asistencia económica para América Latina, Africa y el resto del mundo, en una “actitud de cerrazón” que podría desestabilizar en forma definitiva la economía del planeta.
El también vicepresidente mundial de la Internacional Socialista expresó que el logro de los Objetivos del Milenio se vuelve más lejano cada día debido al exiguo apoyo que las naciones ricas ofrecen a la lucha contra la pobreza, a la degradación de los recursos naturales, al rescate de los ambientes urbanos profundamente contaminados, al cumplimiento de los programas educativos, a la creación de los sistemas de salud y seguridad social de cobertura general y naturaleza incluyente.
Alburquerque enfatizó que la esencia del socialismo democrático se torna hoy más necesaria que nunca, ante la quiebra del neoliberalismo en los mercados financieros globales, situación distinta a la que prevaleciente en las naciones regidas por ideas socialistas, que han resuelto el problema del desarrollo en base a la solidaridad.
En ese aspecto citó los casos de Finlandia, Suecia, Dinamarca, Noruega, Francia y varios otros de gran importancia, tanto en Europa como en otras latitudes.
El ingeniero Alburquerque habló en esos términos en la sesión del Presidium de la Internacional Socialista, reunido en el escenario de las Naciones Unidas, poco después de las intervenciones de los jefes de Estado y de gobierno en el mayor encuentro global celebrado justamente en medio de la mayor crisis financiera mundial y ante jefes de Estado y de gobierno que ocupan vicepresidencias de la IS como Michelle Bachelet, de Chile; Tarja Halonen, de Finlandia, y Jalal Talabani, de Irak.
También, Gordon Brown, del Reino Unido; Martín Torrijos, de Panamá; Alfred Gussenbauer, de Austria; Sanjann Bayar de Mongolia, y muchos otros primeros ministros, vicepresidentes y presidentes de naciones regidas por socialistas de los cinco continentes, junto a otros 40 oradores del cónclave.
Alburquerque recibió un particular apoyo cuando describió la situación de extrema dificultad de las islas del Caribe, después que cuatro fenómenos atmosféricos consecutivos abatieran la región asolando varias islas, entre ellas la de Santo Domingo o Hispaniola, cuyas débiles economías fueron devastadas.
Como respuesta a ese planteamiento del presidente del PRD, tanto la presidencia como los miembros del presidium socialista emitieron una resolución de solidaridad que según Alburquerque podría traducirse en una mayor prestación de asistencia de parte de las naciones presentes, según una información suministrada por el PRD.
Alburquerque sostuvo que la solidaridad es una práctica inexistente en los diseños globalizantes de las naciones ricas neoliberales, y que a ello obedece el estancamiento de las micro, pequeñas y medianas empresas por falta de financiamiento y acceso a la tecnología innovadora, que como modo de producción popular “constituyen las formas idóneas para la generación de empleos y creación de amplias oportunidades de bienestar, sin importar raza, religión o ubicación geográfica de las personas”.
Al evaluar los grandes debates de poderosos y pobres, Alburquerque dijo que la Internacional Socialista observó que se redujeron a un ejercicio de simulación política donde brilló la ausencia de solidaridad, y que “los serios problemas del mundo de hoy no se resuelven con ayudas sino con amplios programas de solidaridad humana”.
Afirmó que los mercados dinamizan las economías pero que nunca debieron elevarse a la condición de dioses, “como intentó fallidamente hacer el neoliberalismo, ya que el hombre sigue siendo el sujeto y el objeto del desarrollo de la humanidad y en este aspecto el socialismo democrático emerge con toda la calidad moral para orientar los pueblos en la búsqueda de su felicidad”.
Dijo que los presidentes de los países pobres, “muchos de los cuales viven como ricos magnates, asistieron a la cumbre de las Naciones Unidas pero regresan con las manos vacías o con cargas de promesas que nunca se realizan, según la experiencia de cónclaves del pasado”.
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