POR JUAN TAVERAS HERNANDEZ
Los estrategas del gobierno han decidido culpar a la situación económica internacional de la grave crisis que vive hoy día la República Dominicana para intentar detener el progresivo deterioro del presidente Leonel Fernández
Los funcionarios y las bocinas de los medios dicen que “la crisis es mundial”. Por lo tanto Fernández no tiene responsabilidad en lo que está ocurriendo en el país.
A diario escuchamos al presidente Fernández, a los técnicos del área económica, a las bocinas, tratar de convencernos de que no está en manos del gobierno solucionar los males que padecemos “porque el país no produce una gota de petróleo”, lo cual explica el alto costo de los combustibles, de la tarifa eléctrica, del transporte y de la canasta familiar. La crisis alimentaría es resultado del uso de la tierra cultivable que realizan los países grandes como Brasil, Estados Unidos, entre otros, para producir combustibles no derivados del petróleo.
Así las cosas, el gobierno del presidente Fernández no tiene ninguna responsabilidad de lo que está ocurriendo con el aumento del transporte, con los apagones, con la subida de precio de todos los alimentos, de los fármacos, del gas licuado de petróleo, etc.
Como la crisis es mundial, la población no puede acusar al presidente Fernández de nada. El presidente es una víctima más.
No está demás señalar, no obstante, que los altos precios del petróleo no afectan a todos los países de igual manera. El que crea lo contrario que se lo pregunte al presidente de Venezuela Hugo Chávez. Lo mismo podría decir de la escasez o alto precio de los alimentos.
El argumento de que estamos ante una crisis mundial no explica, y mucho menos puede justificar, la incompetencia del gobierno, ni su insensibilidad social. Es verdad que el petróleo está caro, pero es mentira que esa sea la razón de los apagones, es mentira que esa sea la razón del altísimo costo de la tarifa eléctrica, como tampoco es verdad que por esa razón las tarifas del transporte público estén por las nubes. También es mentira que por el petróleo el arroz, el aceite, las habichuelas, las carnes, el pollo, la leche y otros alimentos estén caros. ¡Mentiras!
Hace años que los expertos pronosticaron los altos precios internacionales del petróleo.
Hace años que los expertos del Banco Mundial, del Fondo Monetario Internacional y de Naciones Unidas advirtieron sobre la consecuencia de la siembra de maíz para producir combustibles. Hace años que el comandante Fidel Castro denunció que esa práctica era un atentado contra la humanidad. Quiere decir que la crisis no pudo agarrar al gobierno desprevenido. El gobierno sabía lo que venía, pero nada hizo. Dejó que llegara lo peor. ¡Y llegó! Ahora quiere que sea el pueblo quien pague.
Tan indolente es este gobierno, que aprovecha la crisis petrolera para hacer el negocio del siglo para su propio beneficio y el de sus socios del sector privado. Hace cinco años el gobierno recibía por concepto de impuestos de los carburantes alrededor de 8 mil millones de pesos al año. Para este año se espera que los beneficios del gobierno sean de 25 mil millones de pesos, pues mientras más sube el barril del petróleo, más gana el gobierno. Alrededor del gasoil y del gas licuado de petróleo existe una mafia tan grande y poderosa que deja como un niño de teta al señor Al Capone. En esa mafia participan funcionarios importantes del gobierno junto a determinados empresarios privados. Nada se hace para desarticular esa mafia, nada se hace para reducir los impuestos a los combustibles, nada se hace para modificar la Ley de los Hidrocarburos de manera que el pueblo no lleve esa carga tan pesada.
El gobierno pudo invertir en la agroindustria. Pero no lo hizo nada. Al contrario, abandonó el campo. El dinero fue para comprar la reelección. Nadie sabe, cuántos miles de millones de pesos del Estado se gastaron en la compra de tránsfugas y traidores; nadie cuando costaron las nominillas, nadie sabe cuánto se gastó el gobierno en la compra de cédulas y en otras travesuras. En fin, lo que se gastó en la compra de la reelección es lo que debió invertirse para evitar que la crisis fuera, como lo es hoy, de proporciones extraordinarias.
Talleres, seminarios, estudios y reuniones, pero nada concreto. Y encima del derrumbe, del caos, del hambre y la desesperación, Leonel Fernández tiene la cachaza de anunciar otra línea del Metro en Santo Domingo y otro en Santiago. Será para los difuntos.
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