POR JUAN TAVERAS HERNANDEZ
Siempre me he preguntado qué sentido tiene el Colegio Dominicano de Periodistas si no puede defender a sus miembros en sus centros de trabajo ni en los tribunales, si guarda silencio ante los intentos del gobierno por controlar los medios de comunicación para controlar la opinión pública, tergiversar y manipular las noticias para crear una realidad virtual que no se corresponde con la verdad.
El gobierno gastaba 500 millones de pesos mensuales en publicidad y propaganda. Dice el colega Félix Méndez que ahora invierte 700 millones, sin contar lo que gastan las instituciones descentralizadas.
Quiere decir que el gasto de publicidad y propaganda del gobierno es superior al que recibe el Congreso, la Suprema Corte de Justicia, la Junta Central Electoral, la secretaría de Estado de la Juventud, la de Deportes, de la Mujer, la de Medio Ambiente….
Todas las instituciones tienen sentido corporativo desde el punto de vista publicitario, igual que las empresas privadas como la Cervecería Nacional Dominicana, Brugal y Compañía....
La mayoría de las campañas gubernamentales no tienen más sentido que corromper a los medios y a los periodistas a través de la inserción publicitaria.
La publicidad no se otorga por el nivel de rating. Tiene como único propósito corromper a los medios, saturarlos de anuncios bien pagados, comprometer su línea editorial, colocarlos a su servicio.
Un solo programa de radio del país recibe todos los meses una cantidad de millones de pesos al mes que nadie se imagina. Recibe mucho dinero su dueño, reciben muchos millones de pesos sus conductores por diversas vías y a través de mecanismos diversos.
Dos periodistas y un locutor, con diversos cargos en el gobierno, presionan a dueños de emisoras y canales de televisión para que pongan y quiten. Si yo pago cien mil pesos en un canal, ellos ofrecen 300 mil. Incluso sé de dueños que han sido amenazados de sacarlos del aire o reducirles el nivel de alcance.
Es una dictadura mediática la que mantiene el gobierno.
Durante el primer gobierno del presidente Fernández un funcionario se me acercó para ofrecerme una obra de ingeniería con la cual solucionaría mis problemas económicos. La rechacé. Pocos meses después fui sacado del programa de radio donde trabajaba desde hacía más de diez años. La historia se repitió en el segundo gobierno de Leonel Fernández. Me botaron como un perro de la emisora en la que llevaba algunos años coordinando un programa vespertino.
El gobierno ha pagado a señores vinculados a los medios para que me insulten y me difamen, a lo que no suelo hacer caso. En más de una ocasión he recibido llamadas amenazantes. Mi teléfono está intervenido. Durante días, agentes militares me han seguido los pasos. Denunciarlo no tiene mucho sentido. Total, a nadie lo matan dos veces. No critico al colega que se aferra al dinero, al que decide resolver sus problemas económicos en pocos años, como conozco algunos actualmente. Critico al gobierno que anda comprando conciencias.
Tiene razón Félix Méndez en su artículo del viernes 11 de este mes publicado en este mismo vespertino titulado ¡No capitular!, donde señala que, “como en otras épocas, el poder político gubernamental presiona hoy sutil o abiertamente a medios y a periodistas críticos”.
“Pero esta vez, como en ninguna otra época, cuenta con presupuestos supramillonarios que han convertido al Estado en una virtual agencia de propaganda”.
“Esta situación es tan grave que cada vez son menos los periodistas que resisten y más los que ceden y callan, aunque también los hay partidarios del pragmatismo”.
Como dijera hace meses un viejo comunicador: “Nunca antes ser periodistas a favor del gobierno había dejado tantos beneficios”. En efecto, más de mil comunicadores están en la nómina del Estado. Hay colegas que reciben cerca de dos millones de pesos cada mes, procedentes del gobierno y sus “mega ministros”. ¡No exagero! Podría probarlo en un tribunal.
¿Qué significa esto? Que el gobierno tiene un poder extraordinario en los medios. No hay recursos para competir con el gobierno en publicidad y propaganda.
Los dueños de medios tienen que reflexionar. Esto atenta contra la libre expresión y contra la llamada libertad de prensa. Sus intereses están en juego. La reelección es un peligro para todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario