POR JULIO CURY
No tengo la más remota idea del origen de los fondos de las obras de infraestructura propuestas por el jefe de Estado ante la Asamblea Nacional, pero estoy más que convencido de que un cuatrenio es insuficiente para edificarlas. Aunque la experiencia enseña que el escenario se ha prestado para formular promesas irrealizables, es probable que el tiempo le alcance para construir las diez mil nuevas viviendas ofrecidas, algunos de los elevados y túneles de la avenida 27 de Febrero, los malecones de Nagua y San Pedro de Macorís, e incluso para terminar la demorada carretera San Cristóbal-Baní, el bulevar turístico del Este y el puente sobre el río Soco.
Pero sería imposible sin recurrir a la emisión de dinero inorgánico o al aumento de la presión fiscal, realizar también el viaducto de la Luperón, la segunda línea del metro, 16 mil aulas, el tren de la capital a Santiago, la carretera del Coral, las 7 nuevas cárceles ni, tanto menos, el túnel que atravesaría el río Ozama de este a oeste.
En la edición del sábado del matutino Hoy, Juan Bolívar Diaz citó 18 propuestas hechas por Fernández el 16 de agosto del 2004 que se quedaron en el tintero, y aunque omitió referirse a las obras anunciadas entonces, se recuerda la Circunvalación de Santiago, aún sin fondos para iniciarse. Ahora promete otras tres circunvalaciones, y a riesgo de pecar de pesimista, dudo que Baní, Azua y San Juan las celebren en los próximos 4 años.
Oportuno es no olvidar que la ejecución acelerada del gasto público entre enero y mayo, provocó un déficit presupuestario incompatible con la estabilidad inflacionaria y del tipo de cambio. Para sustraer presión al mercado cambiario y evitar un aumento general de precios, el Banco Central vendió una parte de sus reservas internacionales, lo que drenó la liquidez de la banca e incrementó las tasas de interés, poniendo en riesgo la cartera de préstamos del sistema.
Por otro lado, el déficit en cuenta corriente de la balanza de pagos sigue acentuándose, y se estima que podría rebasar este año los 4 mil millones de dólares, más del 8% del PIB. Ese desequilibrio pone de relieve el crecimiento de la demanda agregada por efecto del aumento desproporcionado del gasto, lo que a pesar de la restrictiva política monetaria, empieza a presionar el nivel de precios y la tasa de cambio, cuya estabilidad sólo seguirá si se reduce el gasto público.
Y en medio de la grave crisis económica, el gobierno se gastó el lujo de incumplir la Ley de Capitalización del Banco Central y la de Austeridad. Lejos de promover ahorro en el año 2007, incrementó los gastos de publicidad en un 98.1% y los de representación en un 24.2%, lo que además de generar incertidumbre en el sector privado, dificultará su participación en proyectos y obras de carácter público. Por éstas y muchas razones que el espacio no me permite señalar, y dado que el Estado carece de capacidad financiera para emprender el torrente de obras enunciadas el sábado, es claro que el país no puede en 4 ni en 8 años hacer realidad las generosas promesas del mandatari
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